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29S el pacifismo en huelga
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En muchos momentos ellos llevaban la iniciativa y nosotros íbamos a reacción.
Oímos algunas comunicaciones muy angustiosas de compañeros que pedían que se les sacara de allí.
Declaraciones de algunos
mossos sobre los disturbios del 29s.
La Vanguardia 6 de octubre del 2010
El texto anterior fue escrito antes de la jornada de huelga general del 29 de septiembre. Vistos los acontecimientos de ese día, nos vemos con la necesidad de añadir este anexo valorando ciertos aspectos alrededor de la violencia utilizada y que complementarían lo ya comentado. Aun así, este texto no pretende entrar en un análisis extenso de aquel día, sino más bien ser la lectura de un evento que todavía está caliente.
Ese día nos sorprendió a todas, pero sobre todo a las organizadoras de los diferentes actos previstos. La participación heterogénea de los piquetes en los barrios, los cortes de carretera de la mañana, el piquete unitario, el desalojo del banco ocupado y las diversas respuestas se mantendrán vivas en nuestra memoria. A final del día, fue emotivo ver desde lo alto de Barcelona como las distintas hogueras se iban uniendo en una gran nube de humo; lirismo que también podemos encontrar plasmado en el texto La sonrisa de los antisistema1. Más allá de las emociones que nos dejó aquel día, vemos importante remarcar algunos puntos interesantes de la jornada y ver qué podemos sacar de ellos. Si bien lo sucedido sobrepasó las expectativas tanto individuales de quienes participamos como de aquellas organizaciones, asambleas y grupos que estuvieron preparándola, tenemos que reconocer que gran parte de lo ocurrido se debe a los días anteriores: la creación de la Asamblea de Trabajadoras de Barcelona el 29 de junio, la agitación de los comités de barrio, la predisposición para trabajar juntas de gente y sectores que hasta entonces eran prácticamente estancos, etcétera.
El hecho más vistoso fue la ocupación del Banco de Crédito Español el día 25. Una alocada acción que al momento da sus frutos, convirtiéndose en un centro de convergencia de todas aquéllas con ganas de volver a luchar juntas. Resultado de la mezcla de una buena organización, de un secreto bien guardado por mucha gente e incluso de la difusión gratuita que algunos medios de desinformación nos ofrecieron al publicar, no sólo la noticia sino, en algunos casos, el propio programa de actividades del día. A cuatro días de la huelga, el banco caldeó el ambiente convirtiéndose en el símbolo de todas aquéllas que las reivindicaciones sindicales nos dejaban indiferentes, pues no nos sentíamos identificadas. Fue de esta manera que este espacio pudo ser asimilado por mucha gente como un punto de encuentro y el desalojo del mismo, no como un final, sino como la continuación de su misma esencia2. Es importante que no olvidemos que sin el trabajo de base previo, la situación de lucha violenta en las calles no habría sido posible; que sólo la rabia acumulada no produce estos resultados. Es la suma de todo lo anterior, así como la actuación de los mossos3, lo que convirtió un mero paro sindical en algo más parecido a una huelga salvaje.
Ese día se rompió la paz social de una manera que para muchas de nosotras era difícil de prever. Las más sorprendidas ante toda la violencia expresada el 29 fuimos precisamente quienes vemos legítima su práctica. Es más, aquéllas que en el análisis previo entraríamos dentro de las categorías del violentismo táctico y de la mitificación de la violencia seríamos las que, curiosamente, más nos sorprendimos de lo sucedido. Durante esas horas predominó una unidad de acción, de enfrentamiento, de ofensiva generalizada contra símbolos del Capital y contra la policía. El 29s marcó para muchas de nosotras la posibilidad de desbordar a los mossos, de ganarlos en las calles aunque fuera por unas pocas horas. Hablamos de unidad de acción porque ese día vimos a muchas volcar contenedores, tirar piedras, enfrentarse. Hubo una diversidad de gente capaz de compartir unas prácticas, hubo jóvenes y no tan jóvenes disfrutando de sus primeros disturbios, hubo gente cercana que se empoderó y la lió a gusto. Se respiraba un aire de legitimidad y compañerismo. Está claro que muchos factores pueden explicar nuestra victoria y el balance represivo relativamente reducido. Pero lo más importante es ver que una vez que se crea la situación, ya no somos sólo las 200 de siempre, sino muchísimas más. Esto no quiere decir que las pacifistas no estuvieran allí. Volverán a salir, volverán a hablar de infiltradas, como es el caso de un tal Josep Bel4. Muchas lo hemos vivido, estuvimos allí, lo vimos con nuestros ojos como para que no nos inquiete este tipo de discursos. A largo plazo volveremos a encontrarnos en la situación en la que las que practiquen la violencia serán rechazadas, donde toda aquélla que vuelque un contenedor será tachada de policía o de provocadora. Y es entonces que nos acordaremos del día de la huelga y tendremos que preguntar en voz alta: ¿no será que tenemos motivos suficientes para romperlo todo? ¿no será que las encapuchadas no son policías, sino compañeras?
Algunas seguirán prefiriendo –esperemos que cada vez sean menos– la foto en la portada en donde se vea a la «joven antisistema» aporreada por la policía, algunas seguirán pensando que es mediante sus métodos, su prensa o sus noticias que es posible acercarnos a mostrar y definir quiénes somos. ¿Cuántas veces más nos sentaremos delante de la policía con las manos en alto para buscar la foto que señale quiénes son las «buenas»? ¿Realmente no nos duelen tantas hostias? ¿Realmente nos están sirviendo de algo tantos moratones?... tal vez sirvan para acumular un poco más de rabia o, desgraciadamente, un poco más de impotencia.
Tan preocupante como la actuación del fantasma del pacifismo es la posibilidad del victimismo cuando la represión acecha. Era evidente que lo sucedido durante la huelga no se iba a dejar pasar sin más. Las periodistas difaman, los mandos policiales piden mano dura; hasta aquí, todo normal. Lo que no nos parece tan lógica es la manera en que algunas –extrañamente sorprendidas– han pretendido hacer frente al ataque mediático. Si se hace esta tarea vía medios de comunicación o dejamos que sean otras las que salgan a defendernos, nos arriesgamos a salvarnos el culo a costa de desvirtuar nuestros contenidos y engañar a las demás. A veces se puede producir en boca de alguna compañera5, aunque la mayoría de las veces son otras las que suelen hablar por nosotras. Aunque pueda haber buena intención en sus planteamientos –claramente distintos–, en lugar de hacernos un favor lo que hacen es apuntalar aquello que estamos combatiendo6 .
Finalmente, nos gustaría que quede claro que no queremos caer en una análisis erróneo de aquel día. No fue el principio de ninguna insurrección. Si no buscamos entender lo que realmente fue se quedará como un día de rabia. Lo más importante no fue la violencia, lo más importante, siguiendo la lógica anterior, es que no decaiga el trabajo de base que se estaba haciendo. Si después del 29 volvemos a nuestras guaridas, si retrocedemos a la fase organizativa previa, nos arriesgamos a que todo esto desaparezca. Este mismo trabajo de base es nuestra única herramienta útil para hacer frente a los intentos deslegitimadores de prensa, policía y políticas. Es decir, volver a la calle, dar la cara igual que lo hicimos previamente a la huelga es la única manera en que podemos decir, de una manera clara y directa, quiénes somos y qué queremos. Porque más allá de los enfrentamientos y los disturbios vimos algo. Algo diferente que hacía tiempo que no se veía en Barcelona. No es sólo la posibilidad de un espacio físico de encuentro entre sectores muy diversos como lo fue el banco, sino que fue real la coordinación de acciones; ver que era posible el trabajar juntas y que podía dar sus frutos. Está claro que queda mucho camino por recorrer, tanto la criminalización constante en los días posteriores como la posible represión que pueda caer no serán tarea agradable. Pero toca volver a juntarse, crear y construir la consciencia que nos unió durante ese momento. Aquel día ya acabó, pero lo que estamos construyendo acaba de empezar.
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Notes
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